Cuenta con una superficie de catorce hectáreas, y entre muchos de sus rincones, podemos encontrar la plaza de el Capricho, de los Emperadores, o fuentes como la de los delfines o las ranas. Todos ellos lugares que bien podrían ser sacados de un cuento de hadas.
Lo que hace tan especial a este parque es que constituye el único jardín del Romanticismo existente en Madrid. Ejemplos de ello son el Palacete, la pequeña ermita, los estanques o el laberinto de arbustos.
La historia de El Capricho se remonta a 1787, cuando la Duquesa de Osuna mandó construirlo. El diseño de los jardines fue encargado al arquitecto Jean-Baptiste Mulot . La duquesa ordenó construir estanques que conectaban el salón de baile con el canal principal que surtía de agua al resto del parque. Es por ellos que este edificio está construido sobre un manantial. Además, uno de los antojos de la Duquesa, fue que el parque estuviera lleno de su flor favorita, la lila.
Tras la muerte de la Duquesa, el parque ha pasado de mano en mano, desde las tropas del Ejército francés hasta el nieto de la Duquesa, Pedro Alcántara. Durante la Guerra Civil, se construyeron en el parque refugios subterráneos que servían para protegerse de los ataques aéreos.
Fue en 1985 cuando se declaró Bien de Interés Cultural, y así es cómo ha llegado hasta nuestro días. Ahora, además de permitirse al público pasear por este maravilloso jardín, también es posible disfrutar de conciertos, teatros y exposiciones en lo que se denomina "las tardes de Capricho".
Así que, si os apetece conocer un lugar con historia y envolveros en uno de los ambientes más bonitos de Madrid, este es el lugar ideal. Adentrarse en el Parque El Capricho, es adentrarse en otro mundo. ¡Acercaros a descubrirlo!
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